Ha pasado poco más de un mes desde que se cumplió el primer aniversario del EuroMaidán ("Plaza de Europa" en ucraniano), unas revueltas con epicentro en la Plaza de la Independencia de Kiev que tuvo el día 21 de noviembre de 2013 como punto de partida y que se tornaron cada vez más multitudinarias y violentas hasta culminar con la dimisión y huida del país del expresidente Viktor Yanukóvich. Desde el principio, los voceros de la prensa jalearon estas revueltas, en franca contradicción con cómo trataron las del 15-M [1], las protestas mineras [2] y Gamonal [3] entre otras.
Más alarmante fue el respaldo a las mismas por parte de la autoproclamada izquierda “alternativa” y “transformadora”, como Santiago Alba Rico a título individual o Izquierda Anticapitalista a título colectivo. El primero, tras reconocer no tener ni repajolera idea de Europa del Este, se remitió a un análisis de Oleg Yasinsky en el que aseveraba que “Yanukovich no fue derrotado por un complot de Occidente, ni cayó víctima de una guerra mediática [...], sino por una espontánea, heroica y desesperada acción de miles de ucranianos”. También comparó el EuroMaidán con el 15-M y Podemos (aunque al final del último capítulo del presente artículo me veré obligado a darle la razón en parte, como veremos), y se atrevió a minimizar el papel injerencista de Estados Unidos en el mundo [4]. Por su parte, Izquierda Anticapitalista se hizo eco de un comunicado de la web de la Cuarta Internacional que afirmaba categóricamente que el movimiento es el resultado de la organización de “las masas como factor independiente”, al tiempo que negaba que se tratara de un golpe de Estado [5]. Con esto lo único que hacían era situarse en un infantil “ninismo” (ni yankis, ni rusos, ni fascistas, ni comunistas ni nada de nada), pero apoyando una agresión imperialista por omisión y de facto. Esa postura carece de un verdadero análisis estructural del problema, en tanto que menosprecia el papel de los actores del proceso.
El poso dejado por unos y por otros perdura hasta hoy. Hay demasiada gente que sigue creyendo a pie juntillas lo que dicen las patas derecha e izquierda del imperialismo. Yo mismo tuve alguna acalorada discusión con alguno de ellos. A pesar de mis extensas argumentaciones, estas estaban incompletas, inconexas y con cierto déficit de documentación, una espina que se me quedó clavada y que espero poder extraer con este artículo. Sin pretender tener un carácter exhaustivo y profesional (algo imposible por distintas limitaciones), sí que es un esfuerzo por acercarme lo máximo posible al detalle y al rigor, analizando y contrastando la mayor cantidad posible de fuentes. Me he mostrado todo lo cauteloso que he podido, a veces quizás demasiado, midiendo mis palabras en aquellos casos en los que las cosas no estaban lo suficientemente contrastadas para especificar que se trata más de posibilidades que de certezas.
En primer lugar, y después de una declaración de principios, fuentes y metodología, voy a entrar en precedentes sobre el origen, los actores, escenarios y motivaciones de las llamadas revoluciones de colores. Seguidamente, haré una breve introducción sobre los precedentes del país, tanto económicos como sociales y políticos, para acto seguido pasar un poco por encima del impacto del rechazo del tratado con Europa y retratar someramente los oligarcas y su influencia en el país. Por fin, entraré plenamente en materia hablando de los inicios del EuroMaidán, el papel de los estudiantes y los rasgos comunes con otras revoluciones de colores, pasando a hablar de la financiación estadounidense de las ONGs disidentes y la intromisión de funcionarios extranjeros en las protestas. Una última etapa del artículo estará dedicada al fascismo ucraniano y su papel clave en el triunfo de las revueltas, así como unas pinceladas generales a las consecuencias del triunfo del Maidán y unas reflexiones finales.
Los medios de comunicación y el mito de la equidistancia
Antes de entrar en materia hay una cosa que me gustaría aclarar. Hay un mantra muy manido que usan contra los que ofrecemos una opinión crítica sobre el conflicto ucraniano. Nos acusan de no ser objetivos, de informarnos sólo a base de reportajes de RT. Para empezar, no es la única fuente de formación ni mucho menos, aunque sí sea una a tener en cuenta. Existen artículos interesantísimos procedentes de medios occidentales, tanto de habla inglesa como española (en este artículo citaré bastantes, de hecho), así como otros independientes cuyo aporte es crucial para ampliar la perspectiva sobre los diferentes procesos. Pero no nos engañemos, lo que predomina es la manipulación y la desinformación que hace que todo lo demás quede en segundo plano. Basta encender la televisión y la radio o abrir un periódico para ver que casi todo es pura y dura propaganda de guerra. Incluso si me apuras, algunos medios de esa izquierda “alternativa" en materia internacional repiten como papagayos la propaganda de la OTAN. RT, aún con sus contradicciones, sensacionalismo y cierta dosis de propaganda, contribuye a romper ese monopolio mediático, proporcionando visiones alternativas pocas veces tratadas en otros medios, donde en los temas clave todos ellos suelen hablar con una sola voz (a fin de cuentas beben de las mismas agencias, dependientes de capital estadounidense). Son cosas de las contradicciones fruto de las fricciones entre bloques.
Durante el estallido del EuroMaidán y los meses subsiguientes fueron pocos, tanto en términos cuantitativos como sobre todo cualitativos, los periodistas occidentales de los grandes medios (y en concreto españoles, que fueron los que más seguí en un primer momento) que ofrecieron un tono discordante al clamor ensordecedor de la verdad oficial [6] [7], y en cualquier caso, como digo, ese tipo de artículos por lo general suelen ocupar un discreto segundo plano en relación a todo lo demás, que hace caer en la desinformación a la mayoría de la población. En definitiva, ante este panorama donde países que se dicen democráticos se desentienden de algo tan crucial, es natural buscar fuentes alternativas de información. Por otra parte, es cierto que poco a poco van apareciendo grietas dentro de ese consenso y es posible hallar otras fuentes de información fuera de las agencias rusas, aunque no sean abundantes. La situación ha llegado a tal extremo de gravedad que incluso en el contexto de la “operación antiterrorista” contra las milicias de autodefensa del Donbass, donde el bloqueo mediático es aún más acusado que en el propio Maidán, les resulta del todo imposible ocultar la presencia de neonazis dentro del ejército ucraniano [8] y su creciente influencia en la vida política, institucional y social del país [9].
A pesar de todo, las trabas a la hora de informarse sobre lo que de verdad pasa en ucrania son importantes. Cuando surgen iniciativas que tratan de romper el bloqueo mediático, el fascismo ucraniano suele emprender acciones de sabotaje e intimidación para boicotearlo, con más [10] o menos éxito [11], bajo a excusa de difundir contenido “antiucraniano” [12] (típico del fascismo, tachar de antipatria a todo aquel que se oponga a su ideología). Este tipo de actos, del todo vergonzosos e inaceptables, debe hacernos recordar que se hace imperativo tomar partido y dejar a un lado la cómoda bandera de la neutralidad para denunciar las atrocidades que se están cometiendo en el lugar. De lo contrario, seremos cómplices al equiparar a potencias invasoras y países que ejercen su legítima defensa, entre agresores y agredidos, algo que se puede aplicar a este o a cualquiera otro conflicto donde el imperialismo y el fascismo anden metidos. Todo ello sin que vaya reñido con el juicio crítico, tan importante como escaso en estos tiempos.
Las “revoluciones de colores”. El punto de partida y su expansión a Ucrania
El EuroMaidán puede considerarse una de las muchas “revoluciones de colores”, aunque degenerara en una de sus vertientes más violentas y extremas. Recordemos que se tratan de movimientos supuestamente pacíficos sustentados en la desobediencia civil, su discurso liberal, la batalla propagandística y psicológica (pancartas, pegatinas, camisetas, estóganes pegadizos y satíricos, etc.), el papel de los movimientos estudiantiles (cuya teórica horizontalidad lo hacía difícil de descabezar y a la vez menos propicio a luchas por el liderazgo) y, en los ejemplos más recientes, el decisivo papel de Internet y de las redes sociales. Están inspirados en el “manual” para la revolución de terciopelo titulado de De la dictadura a la democracia (1993), escrito por Gene Sharp, perteneciente a la anticomunista Albert Einstein Institution, que a su vez se basa en algunos de los métodos no-violentos de Gandhi.
Inicialmente centrados en el espacio postsocialista donde el encumbramiento de una nueva oligarquía capitalista parasitaria y despótica, fuente de corrupción y de falta de libertades, ofrecían un marco favorable para el descontento y la movilización de una parte de la población. No vayamos a pensar que me estoy refiriendo a las masas proletarias empobrecidas durante el desmantelamiento del Estado socialista. En absoluto. Se trataba de una de las más acomodadas, la de una “clase media” insatisfecha con su estatus nacional e internacional. Es vital hacer hincapié en que el objetivo último era forzar el viraje de las políticas favorables a Moscú a unas que pusieran en primer plano los intereses de Estados Unidos, la “tierra prometida” para sus artífices.
- La Revolución Bulldozer como epicentro de las demás
Este procedimiento se estrenó en la Revolución Bulldozer de Yugoslavia en el año 2000,que forzó la derrota electoral de Slobodan Milošević, y cobró especial virulencia durante el mandato de George W Bush, que lo convirtiño en una de las líneas maestras de su política exterior. En dicha “revolución”, el grupo estudiantil Otpor (Resistencia) tuvo una importancia capital. Es interesante analizar algunos de los pasajes mencionados en un artículo del poco sospechoso de antiyanki New York Times sobre las motivaciones de un miembro de dicho grupo, que no tienen mucho de elevadas:
La indignación por los crímenes de guerra serbios en Bosnia o Kosovo tenía poco que ver con el movimiento, sino que la feroz frustración de una generación de Internet condenada bajo Milosevic a la condición de paria internacional tuvo mucho que ver con ello. "Queríamos ser normales", dice Homen, "ser capaces de criar a nuestros hijos aquí". [13]
Es decir, la máxima meta era lograr la plena implantación del “American Dream” en su país, una ilusión más percibida que real fruto de la propaganda, que incluía el acercamiento a la Unión Europea como cabeza de puente para el verdadero objetivo de asimilación con Estados Unidos. Las perspectivas no rebasaban mucho el horizonte ideológico de esos colectivos, y tienen en los sectores de estudiantes más acomodados de esos países su apoyo más firme. Esta dinámica la vemos sin excepción desde el movimiento del Otpor en Yugoslavia hasta la revolución de los Paraguas en Hong Kong.
Ya sólo por la naturaliza ideológica y el proyecto político y social que encarnan es más que evidente que sus intereses no pueden más que converger con los de la agenda de la Casa Blanca, pero existen pruebas más tangibles de la mutua implicación en estos sucesos desde al menos el mismo momento de su nacimiento. De hecho, ese mismo artículo recoge valiosos testimonios sobre la afluencia de fondos procedentes de las agencias estadounidenses destinadas a apoyar a los grupos disidentes en el extranjero que pudieran servir a sus objetivos: la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) entre otros. Con respecto a la primera, “de los casi $ 3 millones de dólares gastados por su grupo en Serbia desde septiembre de 1998, dice [McCarthy, un funcionario de la NED], Otpor fue sin duda el mayor receptor". En cuanto a la USAID:
No está claro cuánto dinero había tras este objetivo. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional dice que se asignaron 25 millones de dólares sólo este año. Varios cientos de miles de dólares fueron entregados directamente a Otpor para "material de demostración de apoyo, como camisetas y pegatinas," dice Donald L. Pressley, el administrador adjunto. Líderes de Otpor también recibieron una gran cantidad de ayuda encubierta - un tema sobre el cual no hay comentario en Washington. [14]
Con respecto al Instituto Republicano Internacional, “parte de los 1.800.000 dólares del instituto gastó en Serbia en el último año fueron siempre directos a Otpor”. Estas organizaciones también prestaban apoyo a través de la formación en técnicas de no violencia y propaganda para activistas. No puedo profundizar más en el caso yugoslavo ni en otras que vinieron después porque excedería mucho este marco introductorio, pero nos podemos hacer una idea de la escasa espontaneidad de este tipo de movimientos.
Lo cierto es que, como ya se indicó, este modelo exitoso pronto se exportaría a otros países, y los activistas vinculados a Otpor, convertidos en “veteranos de la revolución”, actuaron como formadores de los nuevos dirigentes estudiantiles deseosos de derrocar a su gobierno. Como dice un interesante artículo del igualmente poco sospechoso de antiyanki The Guardian , “en el centro de Belgrado, hay una sórdida oficina atendida por jóvenes informáticos que se hacen llamar el Centro de la resistencia no violenta” [15], salidos de las filas de Otpor y encargados de prestar asistencia grupos afines. La propia embajada norteamericana financió y organizó el traslado de activistas de distintos países del Este hacia el Báltico, donde serían formados. También acudirían miembros de Otpor, quienes también viajarían a Ucrania, según informa dicho artículo.
Hay un elemento interesante del que también hace mención, que es el del eclecticismo que utilizaron las agencias norteamericanas para barajarse el apoyo político frente al líder indeseado. En aquellos países donde había una oposición dividida sin claro ganador, fomentaban la unidad aunque entre ellos hubiera dirigentes poco proclives a la colaboración con Estados Unidos y a la larga pudieran chocar con ellos. En Serbia, este hecho forzó al pacto con el anti-occidental Kostunica, y se cita un ejemplo similar en Bielorrusia (aunque Kukashenko sigue en el poder hasta el día de hoy sin que hayan logrado derrocarle). La existencia de un bloque opositor unido con intereses dispares, y hasta divergentes, es un rasgo a tener muy en cuenta, porque se volvería a repetir durante el EuroMaidán.
- La “revolución” se extiende a Ucrania
Estos son los antecedentes de la conocida como Revolución Naranja, desencadenada en noviembre de 2004 tras las acusaciones de fraude electoral durante las elecciones presidenciales que habrían dado la victoria al entonces primer ministro Víktor Yanukóvich (apoyado por el presidente Leonid Kuchma) del Partido de las Regiones frente al “europeísta” Víktor Yushchenko del Bloque Nuestra Ucrania-Autodefensa Popular. El movimiento protagonista de estos sucesos fue Pora (Hora). También tenía un nombre con gancho y un símbolo impactante. Frente al puño de Otpor, la Pora poseía el símbolo del reloj, dando a entender que el régimen tenía las horas contadas. Poseían también todo el material propagandístico necesario. Las técnicas fueron muy similares. A la revolución se unieron miembros del movimiento Kmara, el que impulsara la Revolución de las Rosas en Georgia un año antes, para prestar asistencia formativa y logística. También llegaron delegaciones opositores de países que pretendían derrocar a sus gobiernos, como Azerbaiyán y Kazajistán, para aprender de la experiencia ucraniana. [16]
Todas las instituciones injerencias de Estados Unidos estaban implicadas. Además de las que ya cité más arriba, cabe tener en cuenta al Instituto Nacional Demócrata, el propio el Departamento de Estado y la ONG de George Soros, el Open Society Institute. Aunque la financiación no llegaría a las cifras de la primera revolución de color, no escatimaron en gastos:
Oficialmente, el gobierno de Estados Unidos gastó 41 millones en organización y financiación de la operación de un año para deshacerse de Milosevic a partir de octubre de 1999. En Ucrania, la cifra se dice que es alrededor de $ 14 millones.[17]
Pero una vez más, no todo fue apoyo monetario. El fin último de la Revolución Naranja era la repetición de unas elecciones consideradas ilegítimas, y las agencias estadounidenses jugarían un papel clave a la hora de obtener el resultado propicio en los nuevos comicios.
Freedom House y el NDI del Partido Demócrata ayudaron a financiar y organizar el "esfuerzo de monitoreo electoral civil regional más grande" en Ucrania, con más de 1.000 observadores entrenados. También organizaron encuestas a pie de urna. El domingo por la noche esas encuestas dieron Yúschenko una ventaja de 11 puntos y establecen la agenda de gran parte de lo que vino después [18].
Es decir, estas fundaciones utilizaron encuestas aparentemente asépticas para influir en la opinión del electorado. A esto le fue acompañado de una fortísima agitación mediática en contra de Rusia. Además, en un discurso ante Comité de Relaciones Internacionales de la Congreso estadounidense en diciembre de 2004, el republicano Ron E. Paul denunció que el International Center for Policy Studies, una de las principales ONGs ucranianas dependía de la Poland-America-Ukraine Cooperation Initiative (PAUCI) y que a su vez estaba financiada por la USAID. Esta institución sería la cabeza de puente que distribuiría la financiación entre el resto de organizaciones ucranianas. Más aún, según aseguraba el parlamentario republicano, el mismo Yúshchenko ocuparía el consejo directivo del Centro Internacional para los Estudios Políticos, organización fundada por el instituto Open Society de George Soros. Por si no fuera suficiente, en el entramado podría estar incluida una consultoría con una financiación millonaria por parte del gobienro de Estados Unidos:
Este mes de mayo, la consultora de gestión privada con sede en Virginia Development Associates, Inc., recibió 100 millones de dólares del gobierno de Estados Unidos "para el fortalecimiento de las legislaturas nacionales y otros órganos deliberativos en todo el mundo." De acuerdo con el sitio web de la organización, varios millones de dólares de este fueron a Ucrania antes de las elecciones. [19]
Un gobierno polémico, el “sueño europeo” como apéndice del “sueño americano”, un bloque opositor unido aunque divergente en ciertos puntos, protestas estudiantiles, unas ONGs especialmente activas, y sobre todo, intromisión estadounidense. Será mejor que os quedéis con estos rasgos porque en el EuroMaidán tendremos algún que otro Déjà Vu.
El contexto interno previo a las revueltas
El problema subyacente de este conflicto va más allá de simples tiras y aflojas en los juegos de poder que basculaban entre las distintas esferas de influencia internacional, entre las presiones del capital estadounidense y europeo y del capital ruso. El país sufre de una corrupción galopante y el clima de emergencia social se hace patente. Es una constante desde el desmantelamiento del Estado socialista, y empieza a recobrar pujanza con la nueva crisis estructural del capitalismo que sobrevino en 2008. Según los datos que ofrecía la ONU poco antes del estallido “europeísta”, la pobreza en Ucrania alcanzaba el 25%. Cerca de uno de cada ocho ucranianos se encontraba bajo el umbral de la extrema pobreza, y el 3% sobrevivía con menos de cinco dólares al día. Esta lacra recaía especialmente sobre los colectivos más vulnerables: mujeres, ancianos y familias con hijos. Los servicios públicos más básicos no estaban al alcance de cualquiera, y la precariedad laboral estaba a la orden del día. La población ucraniana se encuentra asimismo en una tasa descendente, con una pérdida media anual de 400 mil personas [20].
Por lo que respecta a la corrupción, esta había alcanzado altas cotas, y los opositores señalaban a Yanukovich como epicentro de la misma, olvidando por completo que se trata de un problema estructural del modelo capitalista en su vertiente más oligárquica, como se vio en la gran crisis de gobierno durante la etapa del proeuropeo y proyanki Yúshenko, de la que daremos algunos detalles más tarde. Según denunciaba la oposición antes y sobre todo durante el Maídán esgrimiendo datos de la ONG Centro de Acción Anticorrupción, Yanukovich se había enriquecido ilícitamente, incurrido en blanqueo de capitales, y habría comprado el gas ruso por debajo de su valor concediendo a cambio la concesión de bases militares a Rusia. Además, se rodearía de una camarilla de allegados y familiares a los que había hecho medrar (el caso más clamoroso sería el de su hijo, Oleksandr Yanukovich, propietario de un banco ucraniano, y cuya fortuna pasaría de los 7 a los 510 millones de 2010 a 2013, siempre según estos datos). Hasta se decía de él que era un matón encubierto por el KGB [21]. Al parecer, el capital financiero occidental, con el Deutsche Bank a la cabeza [22], habría sido partícipe de esas corruptelas. Este hecho, sumado a las bajadas de la bolsa y otras dificultades económicas, habrían creado recelos y suspicacias entre el sectores de la oligarquía que hasta el momento habían apoyado a Yanukovich. Obviamente, esta información se hizo pública en un momento muy concreto, cuando las espadas de la propaganda estaban por todo lo alto, así que conviene tomarlas con cautela. No obstante, es evidente que el capital no conoce fronteras, así que es de esperar que los bancos europeos estuvieran implicados. Además, las fricciones en el seno de de la clase dominante, con el círculo de Yanukóvich de un lado y el resto por otro, podrían ofrecer un factor adicional al golpe de estado que sobrevendría.
Sea como fuere, es un hecho que ese contexto previo, en el que se entrelazaba una aguda crisis económica que se cebaba con el pueblo ucraniano y el hastío por la corrupción, era un caldo de cultivo para una revuelta. La población estaba (y está) muy alienada, pero también bastante fastidiada, y sólo necesitaba que le dieran un motivo para luchar. Ahí es donde entraron en juego los oligarcas descontentos y las presiones del imperialismo de Estados Unidos por mediación de la UE. El 18 de mayo de 2013, antes de que el EuroMaidán comenzara oficialmente, ya se produjeron las marchas “Levántate ucrania” organizadas por la oposición en bloque, bajo los lemas “libertad a Yulia” y “fuera Yanukóvich”, en protesta contra su gestión y presionando para acelerar la liberación de Timoshenko y la firma del tratado. Ya se veían sendas efigies de la ex-priemra ministra, así como del campeón de boxeo Vitali Klitschkó, líder de la UDAR (Alianza Democrática de Ucrania por la Reforma), el líder del partido Patria y futuro primer ministro Arseni Yatseniuk y el dirigente del partido neonazi Svoboda, Oleh Tyahnibok [23]. También se parece atisbar alguna de las banderas rojinegras [24] del fascismo ucraniano que ya trataré en su capítulo correspondiente.
Es interesante analizar algunas de las declaraciones de estos personajes durante el periodo anterior a los sucesos de finales de noviembre de 2013.En estos actos, Yatseniuk aseveraba que "la acción 'Levántate Ucrania' es (...) solo un inicio de un camino largo que terminará el día de la inauguración del nuevo presidente ucraniano". No necesariamente debía referirse al derrocamiento que se produciría, sino a una mera coalición electoral, pero en otra concentración celebrada un par de meses antes de eso, Yuri Yutsenko había ido más lejos al asegurar que el destino del país no se juega en el Parlamento, sino el la Plaza de la Independencia (Maidán), asegurando categóricamente que "allí ganamos y allí volveremos a ganar" [25], en alusión al primer derrocamiento de Yanukóvich durante la Revolución Naranja. Sin duda fue bastante más explícito. Imaginaos durante un instante que el secretario general del PSOE, IU o Podemos dijeran algo así aquí en España. La reacción represiva del gobierno sería más que previsible, y no dudaría en sacar a pasear a la UIP en las calles y la “Ley Mordaza” y la Ley de Partidos en los despachos. Cabe señalar que Yutsenko fue una de los seis políticos indultados como medida de acercamiento a la UE del expresidente del Partido de las Regiones de cara al famoso tratado comercial. Había sido acusado de abuso de poder al conceder a su chófer personal los privilegios reservados a los oficiales de policía, y a desplegar unos fastos desmesurados el Día de la Policía del 2009, en plena crisis económica [26]. Desde luego, no parecen los más adecuados para protestar contra la corrupción.
Esto basta para demostrar que las reivindicaciones del EuroMaidán no fueron nuevas, sino que levaban meses fraguándose con una oposición especialmente activa en su campaña de agitación contra el gobierno y en pro de la firma del tratado, la denuncia de la corrupción y la liberación de Timoshenko. De hecho, la influencia de los oligarcas se dejaría notar durante todo el proceso político, tanto previo como posterior, puesto que nos ellos los que detentan el poder real en el país, como veremos en el apartado siguiente.
Los tejemanejes de los oligarcas
La sombra de los grandes oligarcas del país en los sucesos de la Plaza de la Independencia de Kiev era alargada, muy alargada. Como vimos, ya llevaban meses caldeando los ánimos y haciendo llamamientos al derrocamiento del gobierno electo, unas veces de forma más franca y directa y otras de modo más soterrado. Controlaron el proceso político de principio a fin, desde las primeras revueltas posteriores a la negativa del tratado hasta la actualidad.
Uno de los pilares fundamentales de este proceso fue la figura de Yulia Timoshenko. La ex-primera ministra y una de las cabezas visibles de la Revolución Naranja fue condenada en 2011 a siete años de prisión y 137 millones de euros de multa por abuso de poder, cuando en 2009 aceptó un acuerdo desventajoso con Rusia cuando era primera ministra y de posterior desacato. También estaba acusada de pagar por el asesinato del empresario y parlamentario Yehven Shcherban, que en 1996 fue abatido a tiros junto a su mujer en el aeropuerto de Donetsk [27]. Estos son los hechos por los que se la condenaban o encausaba, pero además de eso, también fue señalada en su momento por beneficiar presuntamente a Priyatbank, el emporio financiero de Kolomoyski (pronto hablaré de él) al anular la adjudicación de la planta de acero de Nikopol a Pinchuk, nuero del ex-presidente Kutchma, uno de sus grandes rivales en la pugna por el control de la empresa. Por otro lado, Yushenko había acusado a Timoshenko de pretender defraudar 1,5 billones de dólares en deudas de la empresa United Energy Systems, de la que una vez había sido co-propietaria. Por si fuera poco, se enfrentaba a cargos en Rusia por soborno a funcionarios de Defensa de Rusia hasta que fueron retirados tras una “visita” a Moscú en 2005 [28].
No se trata de una cuestión trivial, sino que está ligado de distintas maneras con el principal móvil del EuroMaidán. Las autoridades europeas consideraban su indulto como uno de los requisitos previos a la adhesión ucraniana al tratado de libre comercio con Europa. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo argüía que se trataba de una de las prácticas de “justicia selectiva”, y consideraba que se habían producido irregularidades durante el caso, ya que supuestamente habría sido encarcelada cinco meses antes de la sentencia y no se contempló su apelación. También se esgrimía el empeoramiento de salud de la ex-mandataria, a la que veríamos en silla de ruedas en su regreso a la plaza. Eso sí, hasta el TEDH no vio indicios del maltrato en prisión que denunciaba la susodicha, al considerar que los cuidados que recibió para sus dolencias eran buenos, incluso “muy por encima de los cuidados sanitarios disponibles para los detenidos normales en Ucrania" [29].
Por lo tanto, el indulto de Timoshenko se convirtió en una de las puntas de lanza del movimiento. Había fotos con su efigie en todas partes desde aquellos primeros conatos de protestas hasta ese momento. Esta persona de honorabilidad más que dudosa se había convertido en una especie de heroína nacional y mártir viva de la lucha por la democracia (aunque no todos simpatizaban con ella, por supuesto). Y como era de esperar, tras el recrudecimiento de las protestas, finalmente la Rada (Parlamento ucraniano) decidió puesta en libertad sin el beneplácito del entonces jefe del Estado [30]. No bien salida de la cárcel, se dio todo un baño de multitudes en Maidán en un discurso de exaltación de los “valores democráticos” y de reconocimiento al arrojo de los “activistas” proeuropeos [31].
Ahí no acabó la influencia de Timoshenko, porque el nuevo presidente en funciones elegido el 23 de febrero, tras el derrocamiento de Yanukóvich, fue ni más ni menos que Alexandr Turchinov, la mano derecha de la ex-primera ministra [32]. La oligarca parecía tener todo bajo control, aunque la derrota en las elecciones de mayo de 2014 frente a su rival Poroshenko marcaría el inicio de su declive, confirmado tras la marcha de Turchinov y Yatseniuk, primer ministro del partido Patria e igualmente muy vinculado a su entrono, que abandonaron su su partido antes de las últimas elecciones de octubre de 2014 por desavenencias sobre el liderazgo [33].
Pero hubo muchos otros oligarcas que sacaron tajada de esto. De hecho, la oligarquía fue la gran ganadora de una batalla contra sí misma, en la que las relaciones de poder económico no variaron lo más mínimo. Caben destacar casos como el de Igor Kolomoyski, ese siniestro personaje protagonista de la represión en el sureste del país a través de la financiación de grupos paramilitares fascistas a los que prometió 10 mil dólares por cada “prorruso” que le entregasen, e incluso del Maidán desde sus primeros momentos, que le valdría su nombramiento de gobernador de la provincia de Dnipropetrovsk con el advenimiento del gobierno golpista. A pesar de no residir en el lugar (vive en Suiza, ese gran paraíso fiscal polo de atracción de los mayores defraudadores del mundo) y de su doble nacionalidad ucraniano-israelí (por curioso que parezca, que sea judío no parece ser un problema para ellos), ha hecho de esta provincia fronteriza con el Donbass un bastión del chovinismo ucraniano más recalcitrantemente fascista [34]. Posee un imperio económico que comprende el sector bancario (grupo Privatbank), energético, transportes y canales de televisión. Sus redes abarcan medio mundo, desde Rusia, pasando por Europa Occidental y Estados Unidos, y no cotizan en bolsa. No repara en medios para lograr fusiones hostiles y así ampliar sus dominios a través de la guerra sucia, ya sea a través de maniobras económicas (acaparamiento ilicito de acciones, manipulación de su precio, desestabilización económica, etc.), por la cual tiene causas en Londres [35], o enviando directamente a sicarios armados con bates de béisbol, barras de hierro, motosierras, pistolas de goma, etc. para “convencer” a sus adversarios [36].
Resulta curioso que este personajillo déspota y corrupto haya sido un gran financiador de la UDAR [37], que como vimos, fue uno de los partidos más activos en la agitación política durante el Maidán. Encabezado por el ex-boxeador Vitali Klitschko, es uno de tantos partidos apuntados al “regeneracionismo democrático”, algo que conocemos tan bien aquí y que abarca todos los arcos del espectro político de derecha a izquierda, que defiende reformas encaminadas a la lucha contra la corrupción, la participación ciudadana y las listas abiertas entre otras iniciativas. Sería para reñir a carcajadas si no fuera por las consecuencias tan dramáticas que han provocado estos sucesos. Aunque claro, obviamente esa información tan polémica ha sido negada por el propio dirigente [38].
Otro caso muy a tener en cuenta es el del mismísimo Petro Poroshenko, gran magnate de la industria chocolatera y actual presidente del país tras ganar las elecciones por el 54% de los votos [39]. Tiene tan poca vergüenza y tanto ego que no tuvo reparo alguno en confesar abiertamente que sin él y su Canal 5 el EuroMaidán no habría sido lo que fue, tal como expresó en una entrevista en The Washington Post.
Desde el momento en que fui elegido para el parlamento, no pensaba votar a favor del gobierno. Estaba seguro de que no tenía la oportunidad de sobrevivir. Desde el principio, yo era uno de los organizadores de la Maidan. Mi canal de televisión - Canal 5 - jugó un papel tremendamente importante. Le dimos la oportunidad a los periodistas para decir la verdad.
El 11 de diciembre, cuando teníamos a [la secretaria de Estado adjunta] Victoria Nuland y [diplomática de la UE], Catherine Ashton, en Kiev, durante la noche comenzaron a asaltar el Maidan. Puse mi coche delante de la policía antidisturbios. En ese momento, el canal 5 comenzó sus emisiones, sólo había 2.000 personas en el Maidan. Pero durante la noche, la gente iba a pie - siete, ocho, nueve, a 10 kilómetros - entenderlo es una lucha por la libertad y la democracia ucraniana. En cuatro horas, casi 30.000 personas estaban allí. Este es un país diferente, un pueblo diferente. No podemos traicionar a sus expectativas.[40].
Pese a ser conocido como “Rey del Chocolate”, también es poseedor de UkProminvest, dedicado a la industria de los transportes e infraestructuras, así como del ya citado Canal 5. Es el séptimo hombre más rico de Ucrania, y su mansión del opulento barrio de Kozyn, convertido en el lugar de residencia de los nuevos ricos tras la desintegración de la URSS, se da un aire a la Casa Blanca. Financió la campaña de Yúshchenko y la Revolución Naranja en 2004, y fue destituido por el mismo ex-presidente de su cargo de Secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa tras haber maniobrado a favor de Pitchuk frente al litigio de la industria de aleaciones Nikopol de la que se hablé más arriba, que le llevó a enfrentarse con Timoshenko (también cesada). Por si no fuera bastante paradoja que estos elementos tan corruptos capitalizaran la lucha contra la corrupción, éste desempeñó algunos cargos durante el gobierno del odiado Yanukovich,como Ministro de Comercio y Desarrollo Económico, así como presidente del Banco Nacional. Para rizar el rizo, su candidatura en las últimas presidenciales fue apoyada por Dmitry Firtash, uno de los hombres más influyentes dentro del círculo empresarial ucraniano, que está acusado de soborno en Estados Unidos. Este también habría apoyado la candidatura de Vitaly Klitschko antes de que la retirara, una decisión aplaudida por el mismo [41].
Podría hablar de muchos más magnates. La lista de los mismos es interminable en Ucrania. Ya se mencionó a Pinchuk y sus adjudicaciones fraudulentas de Nikopol. Este oligarca también apoyó el Maidán firmemente desde sus comienzos, llegando a comprometerse a enviar a setenta de ellos a Alemania para ser tratados de sus heridas. También quiere impulsar un programa de becas a estudiantes ucranianos para formar a futuros dirigentes políticos en el entorno de las finanzas y los bufetes de abogados, estimulando así su “espíritu europeo”. Además, guarda una estrecha relación con la familia Klitschko al ser su patrocinador. Por su parte, Rinat Akhmetov, el gran oligarca de Donetsk, se mostró más dubitativo por sus buenas relaciones con Yanukóvich (es más, milita en el Partido de las Regiones), a pesar de lo cual su grupo Kievenergo suministró energía a los manifestantes [42].
La tupida red de poder que abarca la vida económica y política en ucrania es mareante. No bien se ha desentrañado alguno de los tejemanejes de un oligarca concreto, o de un sector de la oligarquía, de la financiación de un partido o la campaña de un líder político, sale a la luz más y más basura que demuestra que sólo se trata de la punta del iceberg. Aún así, podemos establecer tipologías. Por un lado, tenemos a aquellos que tienen o han tenido nexos con el entrono de Timoshenko y el Partido Patria. Otros, con Yushchenko y su entorno. Son varios los que apoyaron la Revolución Naranja, y muchos de ellos son prominentes instigadores, financiadores y protagonistas del Maidán. Incluso los hay que dominan canales de televisión, que influyeron en la opinión de un importante sector de la población de Ucrania (es fácil encontrar ucranianos defensores del Maidán que citan como fuentes principales medios como el Canal 5 de Poroshenko). Incluso entre los que no lo apoyaron activamente, como Akhmetov, finalmente “dejaron hacer” a sus empresas.
Es impensable plantear de forma medianamente seria que el proceso no pudiera estar viciado desde un primer momento con un poder de influencia semejante. Pero todavía nos falta por analizar el factor exógeno, que será el que tratemos a continuación.
El EuroMaidán y el “sueño europeo”
Por fin llegó el día clave en el que dio comienzo de forma oficial el periodo de revueltas conocido como EuroMaidán. El 20 de noviembre, Yanukovich finalmente rehusó firmar dicho tratado de asociación y libre comercio con la UE, una decisión que suscitó el despliegue de un rico léxico de carácter agresivo y hasta de tintes bélicos entre la prensa occidental, con expresiones como “portazo” [43], “pugna”, “reconquista” [44], y por supuesto, “guerra fría”, todo un mantra en todo tipo de medios de comunicación. La oposición convocó sendas manifestaciones en la Plaza de la Independencia. Inicialmente eran pacíficas y no excesivamente multitudinarias, pues estaban lejos de abarrotar la plaza, pero tras la represión del Berkut (fuerzas especiales antidisturbios) en las que se emplearon gases lacrimógenos para dispersar por la fuerza a los manifestantes, los partidos del bloque anti-Yanukóvich convocaron una gigantesca manifestación [45] que dio los resultados esperados.
No es de extrañar semejante reacción. La propaganda vertida los meses previos había adquirido proporciones masivas. Dicho acuerdo era vendido a los ucranianos, especialmente a sectores muy específicos como señalé al principio del artículo, como la panacea que les sacaría del pozo en el que llevaba metidos demasiado tiempo. Supuestamente, con esto se pretendía “contribuir al desarrollo político y económico de esos países con la perspectiva de una paulatina convergencia económica y cooperación política”, así como “proyectos para la coordinación energética e infraestructural, la lucha a la corrupción, la adaptación a las leyes del mercado único y para el desarrollo de la sociedad civil” [46].
Pero no todo iba a ser tan bonito como lo pintaban. Las voces que discrepaban con el mismo aseguraban que vendría acompañado de un paquete de severos recortes presupuestarios, congelación de salarios y ajustes de las tarifas del gas. Además, la UE se habría negado a celebrar una reunión bilateral para consensuar las condiciones tal como había propuesto el ejecutivo de Yanukóvich [47]. Incluso entre proclamas de guerra fría y hablar de presiones de Gazprom sobre el pago de las deudas del gas y el conflicto con la unión aduanera con Rusia y el consiguiente distanciamiento o cese del comercio ruso, la prensa de este país dedicaba unas pocas (poquísimas) líneas a mencionar de pasada las eventuales dificultades con las que se encontraría una Ucrania que deba hacer frente las exigencias de la UE y el FMI, pero sin contar con los privilegios de miembro de pleno derecho [48]. Hacia el final del artículo haré un somero análisis sobre lo que de momento ha supuesto dicho viraje.
Pero todo eso ya no importaba. La rueda de los acontecimientos se había puesto en movimiento y ya era imposible detenerla. La plaza de Kiev se llenó de manifestantes exigiendo la dimisión del gobierno. También haría las veces de escenario donde infames personajes políticos nacionales e internacionales protagonizarían actuaciones “estelares”, aunque también había quienes actuaran entre bastidores. Pero sobre todo, la situación se desbordaría y adquiría un cariz imposible de explicar dentro de los marcos de una revolución pacífica y espontánea.
EuroMaidán: una revolución de colores
- Los estudiantes como avanzadilla del EuroMaidán
Como ya vimos cuando hablé de las revoluciones de colores, éstas se caracterizan por utilizar en su vanguardia a los movimientos estudiantiles, que protagonizan una serie de manifestaciones pacíficas portando una serie de elementos materiales e inmateriales destinados a minar la autoridad moral del régimen. Nada se deja al azar, sino que es cuidadosamente planificado, orquestado y financiado por instituciones estadounidenses destinadas a “promover la libertad y la democracia”. ¿Qué es lo que vimos en los primeros compases del EuroMaidán antes de los grandes disturbios que le siguieron? Exactamente eso. Si bien es cierto que he encontrado pocos artículos monográficos que hablen del tema con rigor y profundidad, puede resultar especialmente valioso,a pesar de su extrema parcialidad, el artículo de Emily Channel-Justice, estudiante de posgrado de la Universidad Central de Nueva York que vivió en primera persona las revueltas estudiantiles durante una estancia en Ucrania financiada por el programa Fulbright-IIE con fondos del Departamento de Estado de Estados Unidos [49] (algo muy significativo, por otra parte).
Todo defensor de la esencia pacífica y espontánea de las movilizaciones pone el acento en que fueron los estudiantes los primeros en movilizarse, así como en el carácter autoorganizativo de las distintas asambleas y organizaciones de apoyo que surgieron al calor de las primeras protestas. El 21 de noviembre, un grupo de estudiantes se concentró en la Plaza de la Independencia para exigir la firma del tratado de libre comercio con Europa. Ellos creían que eso supondría “homologar el sistema educativo ucraniano con Europa, el aumento de la movilidad de los ucranianos para estudiar o trabajar en el extranjero, y el fortalecimiento de las universidades de Ucrania que esperaban atraer a profesores de universidades extranjeras” [50]. De nuevo, ese sueño europeo en el que todo es de color de rosa. La integración en Europa traería la paz y el respeto a los derechos humanos, pero a la vez no querían saber nada de los partidos políticos. Este par de extractos no tienen desperdicio:
“Estamos en contra de todo el sistema político que hay en Ucrania. Queremos cambiar las reglas de juego y sabemos que estos líderes de la oposición no traerán nada nuevo cuando lleguen al poder. No quieren cambiar nada, solo quieren ocupar el lugar de los que están ahora", dijo Borisko a Efe.
"Queremos vivir como viven en Europa. Creo que en Europa, al menos, se respetan los derechos humanos. Y como todo se aprecia en la comparación, estamos seguros de que queremos la integración" con la Unión Europea, asegura esta joven estudiante de Economía. [51]
Muchos de ellos fueron golpeados y encarcelados, pero respondieron organizando huelgas y más manifestaciones, y terminarían ocupando espacios públicos como el propio Maidán o el Ministerio de Educación. En enero crearon una asamblea que coordinase los numerosos y heterogéneos grupos estudiantiles, insistiendo en sus demandas de mejoras educativas. Por muy asambleario que pareciera, sólo estaban representados las asociaciones kievitas. No había ni rastro de las del este del país, por lo que no podemos hablar de un órgano verdaderamente representativo, ni siquiera dentro del ámbito estudiantil.
De entre los “logros” de ese movimiento se encuentra atraer a la opinión pública como reacción a la represión del Berkut, convirtiéndose en un revulsivo para la exacerbación de las protestas (recordemos que el Canal 5 de Poroshenko también contribuyó a dar voz a esto) así como lograr el nombramiento de uno de sus candidatos propuestos para ministro de educación [52] durante el gobierno de Yatseniuk. Se trata de Serhiy Kvit, un personaje supuestamente “independiente” en el sentido de que no estaba adscrito a ningún partido. Cumple a la perfección con el perfil apolítico de este colectivo, que quería distanciarse de los principales partidos de la oposición. ¿Cuál es la pega? Que este tipo estaba vinculado al grupo paramilitar fascista Tryzub [53], que durante el Maidán constituiría el Pravy Sektor (Sector Derecho), dirigido por el infame Dmytro Yarosh. Aunque algunos de los estudiantes desconfían de él, este fenómeno es una más de las ya incontables paradojas del súper-hiper-mega-demócrata EuroMaidán.
En definitiva, a pesar de que parece un proceso más complejo y heterogéneo al no haber signos de un movimiento unificado como la Pora (aunque reitero que no se puede asegurar por la falta de estudios serios, al menos yo no encontré ninguno), los actores, motivaciones y horizonte ideológico, modus operandi y resultados de sus acciones parecen prácticamente idénticos a los de las revoluciones de colores en general y la revolución naranja en particular. En los apartados subsiguientes veremos otras pruebas e indicios que apoyan esta idea.
- Las redes sociales, Youtube y su “yo soy una ucraniana”
Una de las cosas que más sorprende era lo bien preparados que estaban. De hecho “lo tienen todo para vivir durante semanas, desde el reparto interrumpido de comida y bebidas calientes, ropa de abrigo y mantas, hasta puntos de atención médica, hogueras para calentarse, lugares para charlar, e incluso una biblioteca”[54]. También se celebraban partidos de fútbol, conciertos y conferencias dadas por “voluntarios”. Tuvieron que ver en ello ONGs y otras “sociedades cívicas”como un tal “Ciudadanos de Kiev para las reformas” de la que no he encontrado más información, al menos en lo referente al abastecimiento de comida y el abrigo, supuestamente a través de la autofinanciación vía Internet. Digo “supuestamente” porque en seguida veremos cómo las ONGs serían de nuevo la punta de lanza de la injerencia extranjera para la desestabilización del país. Es un déjà vu como una casa que nos recuerda a pasadas revoluciones de colores.
Pero la novedad con respecto a la Revolución Naranja radicó en las redes sociales, que tuvieron mucho que ver en todo este fenómeno. Se convirtieron en el centro de organización, coordinación, información (EuroMaydan, que logró 78 mil “me gustas” en una semana) y asesoría estratégica, técnica, jurídica (EuroMaidan-SOS) y propagandística (No abandonen Maidán, así como Carteles de Huelga) [55], que en mi opinión vendrían a jugar parte del papel de los distintos organismos creados a la sombra de Otpor durante la Revolución Bulldozer o cualquier otra revolución previa a la eclosión de las redes sociales.
Otra herramienta de difusión viral de su propaganda fue Youtube. El vídeo I am a Ukrainian (Yo soy una ucraniana) alcanzó una gran difusión. En él podemos apreciar cómo una activista “espontánea” dando un emotivo discurso para sumar a su causa a la manipulable y desinformada “opinión pública” occidental. Más tarde se vio que este procedimiento sería utilizado por otros “golpes suaves” como la última intentona en Venezuela y la Revolución de los Paraguas de Hong Kong, con vídeos casi calcados tanto en forma como en fondo [56]. Por cierto, la chica que sale en el vídeo se llama Yulia Marushevska, que en el momento de grabar el vídeo era una estudiante de literatura e historia. Sus ideas políticas son tan extravagantes como las de cualquiera de los suyos. En su caso se muestra menos entusiasta con Europa que otros estudiantes al considerarla “demasiado burocratizada”, siendo por el contrario mucho más favorable a Estados Unidos porque “la gente siente esta regla de la libertad” [57] (no sé si reír o llorar con semejante aseveración). Por otra parte, su postura crítica con la corrupción choca frontalmente con su actitud conciliadora hacia los millonarios, a pesar de que ellos son la fuente de la corrupción, como apenas pude esbozar en el capítulo anterior.
Fuimos parte de un gran movimiento y cada uno de nosotros éramos iguales. Era una especie de gran red social. No importaba si eras un estudiante o un millonario. [58]
Desde entonces ha impartido sendas conferencias por Europa y Norteamérica, y en septiembre de este año formó parte de la delegación enviada a la ONU para presentar el Proyecto “UN Hundred”, “para explicar los acontecimientos contemporáneos en Ucrania a los líderes mundiales en las Naciones Unidas”, que "incluye las citas de los acuerdos internacionales que Rusia violó cuando el país invadió y anexionó la península de Crimea en Ucrania en marzo" [59]. Es decir, que no ha dejado de hacer propaganda occidental desde que se publicara aquel vídeo.
- Las fundaciones estadounidenses y los lobbies internacionales
Por si no fuera suficiente con lo dicho sobre el vídeo y la “espontánea” que lo presenta, su sola existencia ya es una prueba de la intromisión de las agencias estadounidenses en el país. Fue producido por el estadounidense Ben Moses, el mismo que está detrás del documental propagandístico A Whisper to a Roar (2012), una apología de la “lucha por la democracia” en Egipto , Malasia , Ucrania , Venezuela y Zimbabwe. Está inspirado en los trabajos de Larry Diamond, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, vinculado al Departamento de Estado de Estados Unidos, y en conexión con la NED y la USAID y muy influyente en las “primaveras árabes” [60]. Para rizar aún más el rizo, el propio Moses afirmó en una entrtevista a Huffington Post que ya tenía proyectado hacer un documental sobre la democracia en Ucrania antes de que “casualmente” se diera de bruces con las revueltas del Maidán [61] (me remito al principio del artículo, ya desde hace meses se mascaba lo que sucedería después).
Ya que hablamos de las primaveras árabes, y aunque suene anecdótico, existe una fotografía que muestran un folleto idéntico a otro hallado en la egipcia plaza Tahrir [62] durante los sucesos que provocaron la caída de Mubarak (salvo que unos están en caracteres cirílicos y otros en árabe, por supuesto). En él se explica a los “activistas” cómo han de equiparse de cara a las manifestaciones. Su distribución se le atribuye a CANVAS Belgrado, sucesor espiritual de Otpor, cuya financiación por las fundaciones estadounidenses está más que probada.
Pero, ¿qué dicen los “peces gordos” estadounidenses? Lo más sensato sería negar su implicación en algo semejante. Pues no, al contrario. El gran magnate George Soros, dueño de la Open Society entre otras fundaciones destinadas a promover el “cambio político”, afirma sin tapujos durante una entrevista a la CNN su implicación en la alimentación de la disidencia política, y de ser el más activo en esa labor.
Creé una fundación en Ucrania antes de que se independizara de Rusia. Y la fundación ha estado funcionando desde entonces y ha jugado un papel importante en los acontecimientos actuales [63].
Estas declaraciones van en consonancia con un informe presuntamente emitido por la International renaissance Foundation de Soros en 2012, según el cual habría entregado más de 100 millones de dólares a numerosas ONGs ucranianas, sin olvidar su influencia propagandística con plataformas como Project Syndicate, un enorme conglomerado de medios de difusión de prensa, así como sus contactos personales [64].
Por su parte, Scott Rickard, lingüista y ex-miembro de la Inteligencia estadounidense, dijo en el medio PressTV que el EuroMaidán no es más que “un levantamiento que ha sido fabricado por Occidente”, en el que además del propio Soros, estaría implicado Pierre Omidyar, fundador de eBay. Todo con tal de acercar a Ucrania a la órbita de la UE y la OTAN, someterla al FMI y logar una ventaja estratégica en su expansión hacia el este para hacerse con el control de gaseoductos y otras infraestructuras y controlar de cerca a Rusia, Siria e Irán [65]. Las filtraciones de documentos de las que se hace eco el portal Pando Dayly unos pocos días antes apoyan la idea de que tanto la USAID como Omidyar proporcionaron fondos para la causa.
Según Kyiv Post , Omidyar Network de Pierrie Omidyar (parte del Grupo Omidyar que posee First Look Media y el Interception) proporcionó el 36% de 500.000 dólares del presupuesto de UA Center en 2012. USAID proporcionó el 54% de casi 200.000 del presupuesto para el año 2012. Otros patrocinadores incluyen la dotación nacional respaldado por el gobierno de Estados Unidos para la Democracia [66].
El UA Center es una de las ONGs que destacaron en su papel en la disidencia política junto a otras como Chesno o Stop Censura. Estas a su vez tenían conexiones con el ucraniano Oleh Rybachuk, quien estableció lazos de amistad tanto con fundaciones occidentales como la USAID, como con los mismos Soros y Omidyar. Este personaje, que desde siempre con muchos contactos en los servicios de inteligencia gracias a su pasado en la KGB, fue Director de Asuntos Internacionales del Banco Nacional de Ucrania en 1992, y tras la Revolución Naranja, viceprimer ministro y uno de los grandes artífices de las privatizaciones masivas que tantos quebraderos de cabeza darían al gobierno de Yúshchenko. Apenas un par de años después de la victoria electoral de Yanukóvich, incluso se aventuró a decir que “queremos hacer [la Revolución Naranja] de nuevo y creemos que lo haremos." [67].
Pero lo más sonado procede nada menos que de la mismísima Subsecretaria de Estado, Victoria Nulland, que reconoció el envío de fondos estadounidenses para la “promoción” de la democracia en Ucrania durante una conferencia de la Fundación Estados Unidos-Ucrania el 16 de diciembre de 2013.
Desde la independencia de Ucrania en 1991, los Estados Unidos han apoyado a los ucranianos a medida que construyen habilidades y las instituciones democráticas, ya que promueven la participación ciudadana y el buen gobierno, todas las cuales son condiciones previas para Ucrania para lograr sus aspiraciones europeas. Hemos invertido más de 5 mil millones de dólares para ayudar a Ucrania a estos y otros objetivos que garanticen una Ucrania seguro y próspero y democrático. [68]
Pero algunos de esos apoyos podrían no ser tan “demócratas” como parece, ni siquiera dentro de la perspectiva liberal, y vienen de bastante más atrás en el tiempo. Según Russ Bellant, periodista norteamericano especializado en las relaciones entre la administración republicana con el fascismo internacional, la CIA se relacionó directamente con la fascista Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), a cuyos miembros habría ayudado a huir de la URSS y proporcionarles refugio en Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría. Según el autor, algunos de ellos fundaron el Comité del Congreso Ucraniano de los Estados Unidos (UCCA), que durante la era Reagan en la década de los 80 se habrían erigido como un verdadero grupo de presión. Entre la UCCA hubo prominentes anticomunistas como Lev Dobriansky y su hija Paula. Siguiendo con la línea de Bellant, sus dirigentes se opusieron a la investigación de los crímenes nazis [69], a lo que se añade su admiración por Stepan Bandera , su “Caudillo” particular, al que homenajearon durante el 50 aniversario de su asesinato [70].
No hay que remontarse tanto en el tiempo. Tras las revueltas del EuroMaidán y el inicio de la guerra contra las Repúblicas Populares del este del país, Semion Semyonchenko, comandante del batallón Donbass, uno de los batallones neonazis que combaten en el sureste de Ucrania (su insignia ha sido asociada con el águila de la Wehrmacht, también con las las plegadas en tridente, pero en posición inversa [71]), ha confirmado que recibe financiación y entrenamiento por parte de Estados Unidos. Él mismo se reunió con el Instituto Internacional Republicano (IRI) y el Instituto Nacional Demócrata (NDI). Quienes tengan Facebook, pueden leerlo directamente desde su cuenta [72]
"Menéndez [NDI ] y Corker [IRI] son los dos senadores que han patrocinado la Ley de Apoyo Libertad para Ucrania, un proyecto de ley que asigna fondos para proveer asistencia a Ucrania, incluyendo el suministro de armas. Armas de radar, anti-tanque, aviones no tripulados, sistemas de comunicaciones y muchos otros cosas útiles para nuestro ejército ".
Uno de los principales objetivos de su viaje era conseguir entrenamiento y mucho más de los militares de EE.UU.. A juzgar por su mensaje en Facebook, parece que ha logrado esto.
"Ayer firmé un contrato para organizar cursos de formación para los combatientes y oficiales del batallón Donbass por grupos móviles de instructores de los Estados Unidos, en poder de los militares que no están actualmente en servicio.[...] [73]
Por otra parte, antes del cambio de gobierno en Ucrania ya se estaban fraguando importantes maniobras por parte de las multinacionales estadounidenses que ponen en evidencia los intereses económicos de los que dependía el viraje de las políticas económicas del país. El 12 de febrero, en plena efervescencia de las protestas en la plaza de Kiev, la multinacional Cargill invirtió 200 millones de dólares en participaciones con UkrLandFarming, el mayor holding agroindustrial ucraniano y el octavo del mundo. Esto les abriría las puertas a un país que se perfila como uno de los graneros del mundo (29 millones de toneladas producidas en 2012), y con una reciente ampliación al mercado chino [74]. Por su parte, Chevron, el famoso gigante petrolero, firmó con el gobierno de Yakukóvich un importante acuerdo de 10 mil millones de dólares para la extracción de gas de esquisto, presentado cínicamente como "un paso más hacia la consecución de la independencia energética total para el estado" [75], cuando en realidad supondría el paso de la dependencia energética rusa a la estadounidense. Es evidente que los grandes intereses corporativos tenían mucho que decir del resultado del EuroMaidán.
“Cameos” diplomáticos
En diciembre de 2013, casi simultáneas en el tiempo, desfilaron por la Plaza de la Independencia de Kiev multitud de personalidades destacadas dentro del panorama de la diplomacia occidental. El señor Jonh McCain, quien “casualmente” se encuentra en todos los fregados en los que el imperialismo está metido, se dejó caer por ahí. Se entrevistó con líderes de los partidos del bloque opositor para “sugerir” un acercamiento a las políticas europeas/estadounidenses [76]. Su discurso en la plaza fue el colmo del cinismo viniendo de un portavoz del gran enemigo de la autodeterminación de los pueblos.
Estamos aquí para apoyar su causa justa, el derecho soberano de Ucrania a determinar su propio destino con libertad e independencia. Y el destino que buscamos está en Europa. [77]
También cabe destacar la visita de Victoria Nuland, Subsecretaría de Estado de Estados Unidos, que se hizo famosa por la pintoresca escena del reparto de galletas entre los manifestantes [78], cual entrañable abuela que viene de visita o madre benevolente y tradicional. Durante su discurso de la Fundación Estados Unidos-Ucrania, entre falsas proclamas en defensa de la soberanía y la democracia en Ucrania, hizo un llamamiento a todo lo contrario, endeudar el país y someterlo a las instouciones usureras del FMI y la UE, lo que conllevaría una pérdida de soberanía.
Como todos ustedes saben, y como estoy segura de que acabamos de escuchar de Anders y otros colegas, la economía de Ucrania se encuentra en estado grave, después de haber estado en recesión desde hace más de un año y con menos de tres meses de reservas en moneda extranjera en lugar. Las reformas que el FMI insiste en que son necesarios para la salud económica a largo plazo del país. Un nuevo acuerdo con el FMI también enviaría una señal positiva a los mercados privados y aumentaría la inversión extranjera directa que se necesita con tanta urgencia en Ucrania. La firma del Acuerdo de Asociación con la UE podría también poner Ucrania en el camino hacia el fortalecimiento de la clase de ambiente de negocios estable y predecible que los inversores requieren. No hay otro camino que llevar a Ucrania de nuevo a la estabilidad política a largo plazo y el crecimiento económico. [79]
Catherine Ashton, la secretaria de Exteriores de la UE también hizo acto de presencia por el lugar, condenando el uso de la fuerza entre las fuerzas de seguridad, a la vez que se mostró “impresionada por la determinación" que vio en el 'Euromaidán'[80]. En definitiva, no se cortaron un pelo en participar activamente en las concentraciones, dar sendos espaldarazos a la causa de los “activistas” e interferir en la política interna del país.
Resultaría simplemente inconcebible que en una manifestación multitudinaria en Washington, Londres, Madrid o cualquier otra ciudad occidental se acercara Vladimir Putin, Fidel Castro,, Nicolás Maduro, Kim Jong Un, Bashar al-Asad o cualquier otro “malo de la película” (más bien del telediario) enardeciendo a los manifestantes para forzar un cambio de orientación de las políticas del gobierno o directamente para deponer al mismo. Sería considerado toda una intrusión en los asuntos internos de la nación y una auténtica declaración de guerra. Pero no pasa nada si sucede al revés, se ve como lo más normal del mundo. Al imperio se le consiente todo.
El fascismo ucraniano como fuerza de choque en las revueltas
Si hubo un actor que fue determinante para el triunfo de las revueltas de Kiev, ese fue el fascismo ucraniano. Es el elemento más llamativo y alarmante de entre todo lo que se dio durante el EuroMaidán , y a pesar de ello buena parte de la población occidental permanece ignorante del resurgir del nazifascismo en pleno siglo XXI en Ucrania mientras ven a hordas rusas imaginarias cruzar la frontera ucraniana. Esto dice mucho de la actitud de las grandes agencias, para las cuales la agenda política es más importante. El fascismo importa menos cuando se dan otras prioridades, y más aún si éste resulta útil para lograr los objetivos de sus amos. Me gustaría hablar largo y tendido del asunto, pero por desgracia dejaré en el tintero datos importantísimos, pues sólo podré dar unas cuantas pinceladas muy generales debido a exigencias del guión.
Durante las protestas, la plaza de Kiev se convirtió en el epicentro de las exhibiciones de nacionalismo en su vertiente más chovinista y recalcitrante. Se veían por todas partes banderas de Ucrania y se cantaban profusamente himnos patrióticos, sin que por ello fuera incompatible con la presencia de banderas de la UE, de determinados países europeos o hasta de Estados Unidos, sin olvidarnos de la efigie de la oligarca corrupta Timoshenko [81]. Pero había algo más siniestro entre tanto símbolo. Ya se veían banderas del partido neonazi (maquillado, eso sí) Sbodova, así como la rojinegra del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) [82] [83]. En realidad, los coqueteos de los “europeístas” ucranianos con el fascismo ya vienen de lejos, pues en 2010, bajo el gobierno de Yúshchenko, Stepan Bandera fue nombrado héroe de Ucrania por su "defensa de las ideas nacionales y luchando por un estado independiente de Ucrania” [84].
Un momento. ¿Ejército Insurgente Ucraniano? ¿Stepan Bandera? Os estaréis preguntando de qué demonios estoy hablando. Vayamos por partes y expliquemos lo más básico sobre el tema.
- Ejército Insurgente Ucraniano. Una pequeña introducción
Esta infame organización nacionalista, brazo militar de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) [85], perseguía la creación de una Ucrania unida e independiente del dominio soviético, polaco, húngaro y rumano. Fue precisamente contra los polacos contra los que mostraron especial ensañamiento, al cometer actos de genocidio contra la población civil polaca en las regiones de Galicia y Volinia durante la ocupación alemana, donde fueron masacrados pueblos enteros con los métodos más brutales imaginables.
Los partidarios del UPA y campesinos ucranianos asesinaron a 40.000 civiles polacos en Volhynia en la primavera y el verano 1943. En un solo día, el 11 de julio de 1943, el UPA atacó 167 localidades y mató a unos 10.000 polacos. Partisanos ucranianos quemaron casas, dispararon o forzaron a entrar a los que trataron de huir, y se utilizaron hoces y rastrillos para matar a los que capturaron en el exterior. En algunos casos, fueron decapitados y crucificados, desmembrados, o se mostraban cuerpos destripados, con el fin de fomentar a los polacos restantes a huir [86].
Estas dos regiones llevaban tiempo bajo control polaco, y el nacionalismo ucraniano más fascista representado por esas organizaciones veía el exterminio de la población polaca y la uniformidad étnica como una necesidad para lograr la plena soberanía ucraniana sobre la región.
Más problemática es la cuestión de las relaciones con la comunidad judía, de si existía un antisemitismo intrínseco en su ideología o no, y si fueron llevadas a la práctica con políticas de exterminio de los judíos. Se han vertido ríos de tinta tanto a favor como en contra, y por motivos obvios me ha resultado imposible profundizar en el tema como para exponer una postura rotunda. A pesar de todo, aun si asumiéramos que su posición con los judíos fuera oportunista y ecléctica conforme a sus intereses del momento, la colaboración de nacionalistas ucranianos con el ocupante alemán hace totalmente plausible que hayan tomado parte en las matanzas que efectuaron los nazis en el país, sin olvidar las rencillas pasadas con la comunidad judía de las que sacaron provecho los nazis alemanes para su proyecto genocida (motivos económicos contra los sectores judíos acomodados, cuestiones religiosas, identificación del judío como elemento externo a la comunidad ucraniana y sospechoso de colaborador con el enemigo exterior e interior, etc.) [87]. Muchos miembros de la UPA eran miembros desertores del ejército y la policía alemana, e incluso participaron divisiones como la Waffen-SS Galizien, integrada en la 14ª División de Granaderos de las SS, cuyo emblema todavía sigue hondeando hoy en día en las manifestaciones nacionalista ucranianas [88].
Eso sí, la relación con el ocupante nazi fue compleja, y en ocasiones hasta hostil (no olvidemos que los nazis combatían contra fascistas de otros países no obedecían a sus intereses), pero como vemos, no dudaron en pactar contra el enemigo comunista cuando la ocasión fue propicia. Esto se puede apreciar con claridad en la persona del mismo Stepan Bandera, líder de la facción más extremista y “revolucionaria” (como suelen llamarla) del nacionalismo ucraniano. Fue recluido en un campo de concentración en 1942 por atreverse a proclamar la independencia de Ucrania durante la ocupación alemana, pero dos años después fue puesto en libertad por los mismos que le encarcelaron para que les ayudara a contrarrestar el avance imparable del Ejército Rojo [89]. Tanto Svoboda (Libertad) y Pravy Sektor (Sector Derecho) hacen suya la herencia del Ejército Insurgente Ucraniano [90] [91] y realizan sendos homenajes a la memoria de Bandera [92], portando su efigie en medio de una gran procesión de antorchas muy al estilo nazi, y coreando los lemas “¡Gloria a Ucrania! ¡Gloria a los héroes! ¡Muerte al enemigo!”. Su odio hacia los rusos también sigue vigente, con eslóganes como “¡moskales a cuchillo! [93] (término deshumanizador que utilizan para referirse a los rusos)
- El cariz fascista de las protestas del Maidán
Pronto comenzó a verse el viraje de las protestas hacia posturas claramente fascistas. Por si no fuera suficiente la exhibición de las banderas rojinegras de la que ya hemos hablado, el 9 de diciembre de 2013, alrededor de dos semanas después del estallido del EuroMaidán, los energúmenos de Svoboda derribaron la estatua de Lenin en Kiev [94] (hecho reivindicado por un parlamentario del partido, concretamente un tal Igor Myroshnychenko [95]), tanto por ruso como sobre todo por comunista y exhibieron su cabeza en la plaza. El 23 de febrero, ya después de la huida de Yanukóvich, hicieron lo propio con el monumento dedicado a los soldados soviéticos caídos durante la guerra contra los nazis ubicado en Stryi, en la región de Lviv. Es más, “solo el pasado 22 de febrero, un total de 16 estatuas de Lenin fueron derribadas por todo el país por las fuerzas radicales de la oposición” [96]. Aun si no supiéramos todo lo que se ha dicho en el apartado anterior, sólo con esto queda claro de quiénes se sienten sucesores estos individuos.
En realidad, el ascenso del nazifascismo en las calles tiene su correlato a nivel parlamentario. Svoboda había obtenido su techo en la legislatura inaugurada tras las elecciones de octubre, alcanzando una cifra récord de 37 diputados, convirtiéndose en el cuarto mayor partido en la Rada ucraniana gracias a su agresivo discurso anti-corrupción (según ellos, su partido era el único libre de esa mancha), así como de su furibundo discurso anti-ruso y ultranacionalista. De hecho, hasta 2004 su nombre era Partido Social-Nacional (vamos, nacionalsocialista, pero al revés) y su líder, Oleh Tyahnybok fue expulsado de la coalición presidida por Yúshenko en 2004 por su incendiario discurso apelando a la lucha contra la "mafia Moscovita-judía". Una prueba tangible de ese antisemitismo se encuentra en una carta abierta en el que exigía a los líderes parlamentarios erradicar las "actividades criminales" de la "judería organizada". Por su parte, Yuriy Mykhalchyshyn citó al ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels [97]. Podría extenderme mucho más, pero estos ejemplos bastan para poner el evidencia que Svoboda es un partido claramente neonazi y no simple recurso retórico. Ni siquiera el “maquillaje” con el cambio de nombre, el ocultamiento de la iconografía nazi (la esvástica "Wolfsangel", antiguo logotipo del partido) y negar su antisemitismo puede ocular la verdad.
Pero volvamos a las calles de Kiev. Las manifestaciones se fueron tornando más y más violentas a pesar a las leyes “anti-protesta” aprobadas en enero, y harían quedar al Berkut como hermanitas de la caridad. Distintos grupos paramilitares como Patriotas de Ucrania, brazo armado de Sbovoda hasta 2005, pero aún fuertemente vinculados, y sobre todo el Sector Derecho, surgido al calor de las protestas del Maidán. Su líder es Dmytro Yarosh, que desde 1994 había servido en la organización armada Trizub (Tridente), logrando el liderazgo en 2005. Destaca por su furibundo discurso antiruso y anticumonista, y se jacta de que él y los suyos no son políticos, sino “soldados de la revolución nacional” [98]. A él se le atribuye la frase "las ideas de los socialistas nacionales gozan de gran popularidad aquí... Queremos limpiar la nación, no exactamente como lo hizo Hitler, pero algo parecido a esto" [99]. Sea como fuere, lo cierto es que su escudo es muy similar al de la 9ª División Panzer SS Hohenstaufen [100] (cambiando la H por el tridente ucraniano) sobre el fondo rojinegro del Ejército Insurgente Ucraniano.
Ellos se encontraban en primera línea en los enfrentamientos contra los antidisturbios, pertrechados con ropa militar, pasamontañas y escudos con inscripciones “subliminales” nazis [101]. Como armas, portan desde palos y piedras a cadenas, cohetes, gas pimienta [102], cócteles molotov extremadamente inflamables, que causaron estragos entre los agentes [103], e incluso catapultas [104]. El proceso culminó con la toma de edificios públicos como el ayuntamiento de Kiev, donde se empleó una violencia extrema [105]. Por si fuera poco, en su interior colocaron sus emblemas, desde el nuevo logotipo aséptico de Svoboda y banderas nacionales de países europeos hasta símbolos supremacistas como la cruz céltica o la bandera de los Estados Confederados de América [106].
Podríamos concluir sin miedo a equivocarnos que los grupos paramilitares neonazis jugaron un papel clave en el triunfo del EuroMaidán. La tensión fruto de las manifestaciones entre “activistas” y Berkut fue llevado a su paroxismo cuando unos francotiradores desconocidos abrieron fuego contra policía y manifestantes por igual, desencadenando la masacre del 20 de febrero, apenas doce horas después de haber pactado una tregua, que dejó alrededor de un centenar de víctimas según algunos datos. Le siguió una gran confusión, en parte debido a lo “extraño” de los hechos, pero también con una clara intencionalidad intoxicadora. Muchos medios occidentales que se hicieron eco de la noticia acusaron a fuerzas gubernamentales [107] [108], y hasta el diario alternativo español Diagonal recogió declaraciones delirantes sobre una supuesta “izquierdización” de las protestas y una merma de influencia de la extrema derecha [109].
La cosa cambió con las filtraciones de la polémica conversación entre el ministro de exteriores estonio, Urmas Paet, con la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton [110]. Puso en evidencia que fue llevado a cabo por las fuerzas paramilitares vinculadas a los opositores. Investigaciones posteriores demostraron que se utilizaron municiones distintas a las del Berkut, y que la dirección de las balas procedía del área ocupada por las fuerzas paramilitares del Maidán [111]. En conclusión, este asesinato fue llevado a cabo muy probablemente por el Sector Derecho. Por añadidura, se debe tener en cuenta que ya se recurrió a francotiradores en otras revueltas reaccionarias amparadas por Estados Unidos, como la intentona golpista de Venezuela en 2002 [112], y posiblemente también en Libia [113].
Fue también el Sector Derecho el más decidido en continuar hasta el final y no atender a eventuales pactos con el gobierno de Yanukóvich. Así de contundente se expresó Yarosh en el Maidán poco después de lo sucedido:
"Hablo en nombre de mi centuria. Si antes de las diez de mañana (sábado) no hay una declaración que exija la dimisión inmediata de Yanukóvich, tomaremos las armas, os lo juro" [...]
"No creo en esos complejos procesos políticos de los que nos hablan. 77 personas han caído y ellos negocian", ha criticado el activista. [...]
"El Sector de Derechas llama a todos los miembros del Maidán a continuar la lucha contra el régimen de ocupación interior de nuestro país. Estamos dispuestos a asumir las consecuencias de seguir con la revolución", gritó Yarosh, apoyado por una gran masa de manifestantes concentrados en la plaza. [114]
Como hemos podido comprobar, las organizaciones fascistas jugaron un papel clave dentro del Maidán hasta tal punto que su intervención se reveló como fundamental a la hora de forzar la dimisión y huida del expresidente Yanukóvich. Ni siquiera el hecho de que fuera una minoría de los manifestantes, un argumento muy esgrimido por sus defensores, puede servir como excusa. No se trata de un fenómeno cuantitativo, sino cualitativo. El nuevo gobierno “interino” (golpista, hablando en plata) debe su existencia a ellos, y esa es una verdad incómoda que siempre les perseguirá.
Acontecimientos provocados por el cambio de régimen
Es evidente que después de estos levantamientos se raigambre netamente reaccionaria las cosas sólo podían ir a peor. Sólo los utópicos y los idealistas ingenuos podrían pensar algo diferente a lo que sucedió. Debido a la extrema gravedad de los acontecimientos, este es otro de los puntos que podrían dar para otro artículo muy extenso, pero intentaré no extenderme mucho más que en otros apartados (tarea harto difícil, por cierto).
En primer lugar, se impuso un gobierno de concentración en el que gobernaban los ultraliberales del partido Patria, pero con representación de los neonazis con varias carteras en las que predominaba Sbovoda, pero también organizaciones como Autodefensa Ucraniana (UNA-UNSO) y el Sector Derecho. Destacaron especialmente en Seguridad y Defensa, con Andrei Parubiy (co-fundador del Partido Social-Nacional) como Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, Yarosh (Sector Derecho) en calidad de Secretario adjunto del mismo consejo e Igor Tenyuk (Svoboda) como Ministro de Defensa. Incluso un miembro de Svoboda, Alexander Sych, ocupó el cargo de primer ministro adjunto [115] [116]. Se hacía evidente que se apostaba por la confrontación con Rusia, algo que yarosh sintetizó a la perfección al decir que “Rusia ha seguido una política sistemática, específica de subyugación hacia Ucrania ... Así que por supuesto vamos a preparar para un conflicto con ellos” [117].
A primera vista podría parecer que en las últimas elecciones de noviembre el fascismo se había debilitado porque Svoboda perdió más de treinta diputados, pero eso es sólo en apariencia. Lograron escaños miembros de fuerzas paramilitares y militares del Sector Derecho y del Batallón Azov entre otros, el Partido Radical en coalición con Asamblea Social Nacionalista, sin olvidar que muchos aparecían “camuflados” dentro de las coaliciones “liberales” del Bloque Poroshenko y el Frente Popular de Yatseniuk [118] [119]. Además, esos grandes partidos se han escorado mucho a la derecha hasta el punto de poder competir con los discursos de los neonazis. Yatseniuk llamó “subumanos” a las autodefensas del Donbass, durante un acto que conmemoraba a su caídos [120]. Timoshenko no se quedó atrás al espetar en una conversación telefónica filtrada que los rusos deberían ser aniquilados con bombas nucleares (posteriormente reconoció haber pronunciado esas palabras, pero denunció que las habían sacado de contexto al omitir cuando supuestamente decía que los 8 millones de rusoparlantes son ucranianos) [121]. Por último, aunque no por ello menos importante, Poroshenko llamó al bloqueo económico total y absoluto del Donbass para ganar la guerra civil.
Nosotros tendremos nuestros empleos, ellos no; nosotros tendremos nuestras pensiones, ellos no; nosotros contaremos con cuidado para los niños, las personas y los jubilados, ellos no. Nuestros hijos irán a colegios y jardines de infancia, los suyos estarán escondidos en los sótanos. Porque no podrán hacer nada. ¡Así es exactamente cómo vamos a ganar la guerra!. [122]
¿Qué ocurrió en las calles tras el triunfo de las revueltas? Ni más ni menos que los neonazis impusieron su ley, tanto en la plaza como en las calles de Kiev, hasta el punto de hacer de “NaziMaidán” una expresión totalmente acertada. Según dicen representantes de un movimiento antifascista denominado Unión Antifascista Ucraniana, expulsaron de la plaza de la Independencia a los pocos grupos verdaderamente revolucionarios que había, particularmente anarquistas, a los que llamaron ““judíos”, “negros”, “comunistas” Como no eran comunistas se trataba de un insulto”. Incluso “una carpa estalinista fue atacada por los nazis”. Junto a la intimidación y la coerción, también se granjearon apoyos de los anarquistas más ambivalentes con términos propios de la ideología como “autonomía” [123]. Esta situación de dominio total fue constatado sobre el terreno por el periodista independiente Unai Aranzadi, quien pudo presenciar patrullas de fascistas ebrios por las calles, que tenían a su disposición hasta coches patrulla [124].
No puedo detenerme en todos y cada uno de los casos, pero sí me extenderé algo más en una en concreto por su carácter extremadamente atroz. El terror fascista llegó a su culmen durante la masacre de Odesa del 2 de mayo de este año, un incendio provocado por estos grupos que se saldó con la vida de al menos 46 antifascistas. Este suceso fue tergiversado de forma vergonzosa por los medios de comunicación al infringir todos los criterios profesionales del periodismo, convirtiendo a las víctimas en agresores y ocultando a los verdaderos culpables [125]. Aunque lo pintan como una provocación de los “prorrusos” hacia ultras de fútbol, lo cierto es que fue una burda maniobra de provocación de los propios nazis con la aquiescencia de la policía [126], cuyas provocaciones en una marcha de otro grupo acabaría con el ataque e incendio de un campamento de manifestantes pacíficos anti-Maidán, que se vieron obligados a refugiarse en la Casa de los Sindicatos, donde fueron asesinados, unos quemados vivos, otros incinerados a posteriori para ocultar las lesiones a las que fueron sometidos. Algunos fueron rematados tras saltar por la ventana. Una de las imágenes más impactantes es la de una mujer embarazada asesinada por estrangulamiento en una habitación donde no llegó el fuego [127].
Esta actitud criminal, que nos recuerda las sombría época de la Segunda Guerra Mundial y entreguerras, fue el macabro preludio de lo que vendría después, la llamada “operación antiterrorista” (que no es más que una operación terrorista) contra las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Ya se ha saldado con más de 4.700 muertos y una cifra superior a los 10.000 heridos según la ONU [128]. Se trata de una guerra sucia en la que se han recogido evidencias de bombardeos con armas prohibidas en el Convenio de Ginebra como fósforo blanco [129] y bombas racimo. En concreto, este último fue denunciado por la organización poco sospechosa de prorrusa y antiyanki (más bien lo contrario) Human Right Watch [130]. Lo curioso de esto es que a pesar de que el gobierno ucraniano negó su utilización, lo prohibió a principios de este mismo mes de diciembre (mejor dicho “pretendió prohibirlas”, un matiz importante [131]). El criminal ejército ucraniano no ha tenido reparos en bombardear escuelas [132], ni en fusilar civiles, a tenor de las fosas comunes registradas [133], entre otras muchas atrocidades. Tampoco podemos olvidarnos del derribo del Boeing-777 del Malasia Airlines, del que se han vertido ríos de tinta para acusar sin prueba alguna a las autodefensas del Donbass de haberlo abatido con un misil tierra-aire, e indirectamente a Rusia como suministrador, incluso entre la prensa de la “izquierda alternativa” [134]. Estudios posteriores, que desgraciadamente no puedo detallar aquí, pondrían en tela de juicio esa versión, los cuales plantean la posibilidad de que hubiera sido alcanzado por un avión militar [135] [136]. Sea como fuere, el caso dista de estar tan claro como nos lo quisieron hacer creer desde un primer momento.
Se trata a todas luces de crímenes de guerra, en el que de nuevo el fascismo está implicado, como demuestran la imágenes de una televisión alemana en la que se aprecia simbología nazi en los uniformes del asesino batallón Azov [137], integrado por voluntarios neonazis de dentro y fuera de Ucrania [138]. Pero todo eso da igual, parece que esas cosas sólo se tienen en cuenta cuando son perpetrados por los enemigos de Estados Unidos. Al contrario, el Congreso de Estados Unidos ha aprobado a mediados de diciembre el envío de armas a Ucrania, el incremento las sanciones contra Rusia e incluso “medidas destinadas a promover la democracia” en el país [139] (después de todo lo que se ha dicho aquí ya sabemos lo que eso significa), agravando aún más si cabe el clima prebélico que estamos viviendo.
Finalmente, voy a dedicar unas pocas líneas a la cuestión económica. Recordemos que el EuroMaidán tuvo como móvil la lucha por la firma del acuerdo de libre comercio con la UE. Según la propaganda, todo debería haber ido sobre ruedas. Pero la realidad es bien distinta. Muchos de los males de la economía se le achacaron a la herencia de la gestión de Yanukóvich, pero el propio Maidán supuso un duro golpe para la misma. Hacia finales de febrero los economistas lamentaban que “no hay dinero para pagar las deudas, la productividad ha caído, la economía está en coma”, y se apuntaba al FMI como la principal “ayuda” potencial. Eso sí, siempre basado “en el compromiso para adoptar reformas" [140], lo que entra dentro de la dinámica de chantaje hacia los Estados que practican estas instituciones distribuidoras de deudas y obligaciones.. El primer ministro Yatseniuk se convirtió en un fiel siervo de los acreedores y tomó todas las medidas que se le impusieron, como subidas de impuestos, despidos de funcionarios, incremento de tasas y aumento del precio del gas [141]. Esto fue seguido del mayor plan de privatizaciones al que debió enfrentarse el país en veinte años, especialmente en el sector petrolero,energético y minero. Todas estas medidas lo único que harán será ampliar las desigualdades sociales, hacer más precarias las condiciones laborales en beneficio de la oligarquía nacional e internacional y concentrar la propiedad en todavía menos manos [142].
Reflexiones finales
Las revueltas del EuroMaidán fueron presentados por la inmensa mayoría de la prensa como revoluciones democráticas, populares y espontáneas, algo que fue rápidamente secundado por parte de la izquierda “alternativa”. Pero en primer lugar, no tuvieron nada de espontáneas, pues llevaban tiempo fraguándose mediante las campañas de agitación del bloque opositor, sin olvidar los fondos para el “apoyo de la democracia” por parte de las fundaciones estadounidenses para fomentar la disidencia afín. Además, en todo momento contaron con la propaganda de los medios de la oligarquía ucraniana y del capital occidental en general, que permitió una reacción de solidaridad incontestable. En segundo lugar, tampoco fueron populares, en tanto que el protagonismo recayó en un principio sobre los estudiantes acomodados y profesionales liberales, es decir, los sectores más aburguesados (aunque en sus últimos estertores del pasado verano estuviera repleta de personas sin otro sitio adonde ir, pero ya no sólo no los apoyaban, sino que exigían su desmantelamiento [143]). Vamos, lo que se viene a llamar “clase media”, tan ficticia a nivel de relaciones de producción como real en términos ideológicos y modo de vida, y la más influenciada por la propaganda del “sueño americano” y su deseo de medrar socialmente, aunque ese progreso no esté asegurado y en cualquier caso sólo obedezca a términos relativos y coyunturas económicas. Tampoco fue representativo para todo el país, ya que obedecía fundamentalmente a las señas identitarias de la ucrania occidental, y a la postre provocó una ruptura de la legitimidad institucional y del precario equilibrio mantenido con la zona de habla rusa desde la independencia del país. Por último, las organizaciones paramilitares fascistas jugaron un papel crucial para la desestabilización del régimen y su posterior caída, recurriendo a actos criminales que elevaron la tensión hasta límites insostenibles. Por lo tanto, sin la confluencia de todos estos factores podríamos concluir casi con toda seguridad que jamás habría triunfado, y en el mejor de los casos ni siquiera habría pasado de algo meramente marginal.
También se habla mucho de la “traición” a la revolución por el gobierno, y de que los fascistas no representan las aspiraciones del verdadero EuroMaidán. Pero en realidad su proyecto político era muy tosco y estaba mediatizado por la ideología hegemónica. Su proyecto en negativo estaba claro, la lucha contra el régimen de Yanukóvich y la corrupción, y la crítica de los desmanes de las grandes fortunas, y en positivo, la lucha por una democracia en abstracto, la participación ciudadana con cosas tan familiares para nosotros como listas abiertas, transparencia y demás y sobre todo, el acercamiento a la UE, adobado con tintes chovinistas ucranianos. Pero faltó un verdadero horizonte superador del capitalismo. Es más, ni siquiera rebasaron la disociación de la política de la economía, como si meras reformas políticas de corte meramente administrativos pudieran cambiar todo un sistema económico sobre la que se asientan. Su enorme dependencia de la ideología dominante y su verdadera función como ejecutores de los intereses de la oligarquía nacional e internacional (aunque fuera de forma inconsciente para algunos por falta de toda capacidad de análisis político) propiciaron un inevitable viraje hacia posiciones reaccionarias y, por qué no decirlo, claramente fascistas, así como el advenimiento de un gobierno ultraliberal que no hizo otra cosa que castigar a la clase trabajadora, incluyendo a las “cases medias” que se creen tan privilegiadas. No hay nada más gráfico que las imágenes de estatuas de Lenin derribadas, representantes mudos de la única alternativa estable al capitalismo que ha habido en el país, le pese a quien le pese. El carácter nacionalista, anticomunista, y proimperialista de las revueltas no podía augurar otra cosa.
¿Qué ha dejado el EuroMaidána fin de cuentas? Un país en guerra civil, sometido a los acreedores internacionales y un fascismo que, aunque no tiene todo el poder, va ganando posiciones en el seno de las instituciones y la vida social hasta alcanzar cotas que serían preocupantes en Europa Occidental, pero que en Ucrania se pasa por alto.
El caso ucraniano debe ser un aviso para todos nosotros sobre la deriva más siniestra de los discursos anti-corrupción y pro-democracia huecos. Un “regeneracionismo democrático”, a veces relacionado con fundaciones, empresarios y jueces del aparato del Estado [144], que también está presente en nuestro país, tanto a la derecha como a la izquierda del espectro político y que por tanto comparten discurso y lenguaje común. Una globalización del lenguaje que lo hace susceptible de ser reciclado, desde el llamado “Tea Party español” (una especie de conglomerado de partidos liberales y derechistas que no sé qué habrá sido de él) a Podemos. De hecho, expresiones tales como “recuperación” o “reconquista” de la democracia, participación ciudadana, listas abiertas o incluso “casta”, fueron acuñadas por esos sectores liberales [145], y que proporcionan réditos electorales a aquellos que mejor los utilicen. De momento llevan la delantera los progresistas, como puede apreciarse en el meteórico ascenso de Podemos. Pero como bien dice el amigo Miguel G. Macho, no crean ideología, sino que la disuelven y en caso de que terminen decepcionando, ese mismo discurso, puede ser reutilizado por el fascismo en el furo, sólo que más chovinista y reaccionario. A fin de cuentas, es su evolución lógica, puesto que no cuestiona un sistema basado en la explotación del trabajo ajeno por parte de una alta burguesía minoritaria sobre una mayoría de trabajadores en pos del lucro personal, que perpetúa cualquier corruptela y conducta individualista en general a base de la competitividad a ultranza, sino que pretende salvarlo, regresar a sus mejores tiempos, y puede escorarse si afloran sus contradicciones. Por eso jamás debemos perder de vista lo que pretendía ser el EuroMaidán y lo que fue en realidad.
[14] Ídem.
[17] Ver link15.
[18] Ídem
[37] http://thehill.com/blogs/congress-blog/foreign-policy/195549-ukraines-real-problem-crony-capitalism
[39] http://actualidad.rt.com/actualidad/view/129206-magnate-poroshenko-presidente-elecciones-ucrania
[41] http://www.digitaljournal.com/news/politics/op-ed-petro-poroshenko-the-oligarch-poised-to-become-ukraine-president/article/384617
[46] Ver link 22.
[52] Ver link 50.
[54] Ver link 51.
[57] http://www.stanforddaily.com/2014/04/11/marushevska-ukranian-activist-offers-her-thoughts-at-encina/
[67] Ídem.
[79] Ver link 68.
[101] Ver link 83.
[115] Ver link 99.
[130] http://www.hispantv.com/detail/2014/12/20/301742/hrw-pide-indagar-ataques-ejercito-ucraniano-civiles
[137] Ver link 8.
Gracias. Gran trabajo.
ResponderEliminarEn cuanto al contenido, no añadiré más palabras; solo decir, qué triste realidad.
Saludos
Y aquí estamos en 2022...
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