6 abr 2015

Algo pasa con el periodismo de Europa: el Factor X




Llevamos tiempo diciéndolo. Algo pasa con el periodismo de Europa y más concretamente, en España. Al ambiente enrarecido de "Guerra Fría" que surgió durante la crisis en Ucrania hay que añadir ciertos sucesos que, mirados con lupa, son realmente "anormales" (por emplear un término suave). Porque es cuanto menos anormal que un profesional de la categoría de Carlos Franganillo, galardonado y respetado en el mundo del periodismo español, muestre dos caras tan distintas según sea la situación con la que tenga que lidiar. Parece que Carlos era uno cuando aparecía ante millones de personas en el Telediario informando de la situación en Kiev o Moscú, (aunque ahora ha sido desplazado a Washington) y otro muy distinto cuando escribe un artículo en su blog personal o concede una entrevista a un medio como es el de La Nueva España (ambos medios que, no nos engañemos, tienen una capacidad de difusión claramente inferior con respecto a la del Telediario, la cual se estima en torno a 1.600.000 televidentes diarios).

 Se supone que, a diferencia de Rusia, vivimos en una Democracia, que aquí predomina la libertad de expresión y que, por tanto, cada medio o periodista tiene total libertad para decir lo que honestamente piensa en el Telediario, en un blog personal, en una entrevista digital o en cualquier parte. Pero lamentablemente, parece que no siempre es así. Y digo esto porque, siendo sinceros y yendo al grano, ¿por qué este insigne periodista no fue igual de conciso y directo en sus numerosas apariciones televisivas durante el Euromaidán, negándose a hablar abiertamente de "Nazis que se adueñan del control de las protestas", del "creciente fascismo" que comenzaba a respirarse en el nuevo gobierno tras el Golpe de Estado o de la "falta de legitimidad" de las nuevas autoridades, como sí recalcó en sus mucho menos difundidas declaraciones y escritos? ¿A qué obedece este fenómeno? ¿A la falta de tiempo, a alguna clase de temor o cobardia? ¿O a determinado "factor X" que le impide hablar con la misma contundencia que sí utiliza en otras partes? Resulta inquietante observar que aquello que el corresponsal de TVE denomina en plena edición del Telediario de mediodía con el aséptico nombre de "facciones radicales", se convierte más tarde en "violentos Neonazis" o "elementos fascistas" en sus escritos publicados más tarde. Juzguen ustedes mismos.


Aquí les dejo algunas perlas que Carlos Franganillo dejó en la mencionada entrevista a La Nueva España:







No menos claro se mostró Carlos en su blog personal y en otras publicaciones impresas, aquí les dejo dos de sus artículos en las que ofrece toda una lección de objetividad periodística:

http://blog.rtve.es/desderusia/2014/03/carta-blanca-para-el-kremlin.html

http://www.atlanticaxxii.com/2905/ucrania-la-tragedia-de-un-pais-entre-dos-bloques#more-2905

Pero es que el ejemplo de Carlos no es el único ni mucho menos. En TVE, sin ir más lejos, tenemos a otros periodistas que esrcriben artículos hablando abiertamente de simbología Nazi visible en los batallones de voluntarios a las órdenes de Kiev... Así el periodista Miguel Chartre escribió lo siguiente:

 "Algunos de los candidatos más agresivos con Rusia provienen de los batallones paramilitares que combaten a los separatistas del Donbass, como Vadym Troyan que se ha presentado a las elecciones bajo las siglas del Frente Popular de Yatseniuk. Troyan pertenece al batallón Azov, un grupo armado que se ha hecho famoso por usar símbolos neonazis. Dmitro Yarosh, del Sector de Derecha, también ha obtenido acta de diputado."



Una simbología nazi que, debido a ese mismo "factor X" que aún no se nos ha querido explicar, hoy por hoy sigue sin ser mostrada por ninguno de los múltiples programas de televisión emitidos por TVE y por el resto de grandes medios de comunicación españoles.

No obstante, quisiera que conste en acta que desde aquí no queremos manchar el buen nombre y la reputación de estos periodistas (Por supuesto, no todos pueden llegar a la bajeza moral de una Pilar Bonet, por poner un ejemplo). A veces, incluso parece como si al escribir la verdad, estos profesionales sintieran como una especie de catársis, una liberación al poder calmar su conciencia periodística debido a ese "factor X" que en los momentos decisivos les impide ejercer su labor como Dios manda,  y les hace sentirse poco menos que como "muñecos" frente a las cámaras mientras millones de ojos les observan. Quizá en el futuro averigüemos en qué consiste ese "factor X". Quién sabe. A lo mejor algún periodista español u extranjero se decidirá en el futuro a dar el mismo paso que dio el alemán Udo Ulfkotte y comunicará al mundo la verdadera razón de las inquietantes "anomalías" que hemos expuesto en este artículo... El tiempo lo dirá. 


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