10 may 2014

ЕL GRAN DEPREDADOR

La situación en Ucrania es cada día más desesperanzadora, no sólo porque cada vez está más claro que  una solución pacífica del conflicto es completamente inviable, sino porque la reacción internacional hacia lo que allí ocurre se vuelve por momentos más confusa y opaca, cosa de la que en gran medida son culpables los medios de comunicación. Por ejemplo, ¿por qué las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, no muestran su preocupación frente a la aparición, en pleno corazón de Europa y limitando nada menos que con Rusia, de un gobierno de corte totalitario y con evidentes rasgos neonazis?





¿Y por qué en vez de ello se le prestan a este gobierno todas las ayudas necesarias para consolidar y ejercer su tiránico poder, sin tan siquiera reparar en el hecho de que se trata de un gobierno ilegítimo llegado al poder a través de un violento golpe de Estado?










¿Por qué no oímos en los medios de comunicación europeos cómo dicho gobierno neonazi ha permitido e incluso apoyado abiertamente a los miembros de los grupos neonazis compuestos por gamberros violentos (es decir, los mismos que expulsaron por la fuerza al antiguo gobierno legítimo) para que puedan campar a sus anchas, sembrando el terror entre la minoría rusa mediante auténticas masacres, como la sucedida recientemente en  la ciudad de Odessa?





En este enlace se ofrece una espeluznanete y detallada descripción de todo lo que relmente sucedió en Odessa, en inglés y ruso: http://ersieesist.livejournal.com/813.html



¿Por qué casi ningún periodista hace el suficiente hincapié de unos hechos que parecen más propios de Oriente Medio o de la Segunda Guerra Mundial, que de un país aspirante a entrar en la Unión Europea, como es el caso de la actuación del ejército ucraniano que, recibiendo órdenes directas de Kiev, asesina de manera indiscriminada a policías e incluso a civiles, a los que se les acusa de "colaborar con los terroristas"?




La respuesta a estos interrogantes es mucho más simple de lo que parece a primera vista. En la lucha por el poder, no hay amigos sino aliados. Por ello, las diferencias ideológicas o de cualquier otra índole pasan a un segundo plano. Occidente y el gobierno  golpista y neonazi de Ucrania han unido sus fuerzas para debilitar a su enemigo común: la Federación Rusa. Aquí tan sólo entran en juego las consideraciones pragmáticas de orden táctico y estratégico. En la práctica, cualquier decisión es válida, incluso la de apoyar  de manera incondicional a un gobierno cuya intransigencia y desprecio por las reglas de juego (Obsérvese lo rápido que cayeron en saco roto los acuerdos de Ginebra) amenazan con desestabilizar a una de las zonas geoestratégicas más delicadas del planeta. 

Internet está plagado de multitud de videos y otros documentos igualmente contrastables, desde los cuales se denuncian las mentiras y  manipulaciones de la interesada prensa occidental en detrimento de una realidad tan aterradora cómo verídica: Ucrania está inmersa en una contienda civil abierta donde los separatistas rebeldes que piden la anexión a Rusia, en clara desventaja y sin ayuda, luchan por los mismos ideales por los que lucharon sus antepasados y por una verdad histórica (pues es un hecho cierto que Ucrania fue la madre de la actual Rusia), mientras que desde Kiev el gobierno trata de sofocar la rebelión  a través de una sanguinaria operación militar que ya cuenta casi con un centenar de víctimas mortales. En realidad, el gobierno ucraniano no pretende "restablecer el orden", sino sembrar el terror entre la población civil con el objetivo de minar el respaldo popular que hasta ahora han gozado los rebeldes en el sureste del país:
Sobre el futuro de Europa y el mundo se ciernen sombríos nubarrones, las cuales sólo podremos conjurar si abrimos los ojos y nos comprometemos a conocer la verdad y a actuar en consecuencia. Todavía no es demasiado tarde. Ahora es cuando todos debemos colaborar para evitar el resurgimiento de un nuevo gran depredador centroeuropeo.